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jueves, 29 de marzo de 2012

Hablemos


 A Daniel Zamudio (Chile), víctima del odio y la ignorancia

No hablemos
de la belleza de las nubes,
no seamos por un día poetas de la creación
ni conjuguemos todo el celeste material poético.
No hablemos de estaciones y de estados
del alma y del ánimo.
Escribamos poesía no sentimental.

Hablemos
de la realidad que irrumpe,
sin importarle los protocolos y los rangos,
de la crueldad de unos pocos (imbéciles), del dolor de muchos,
del grito silenciado, del miedo que empequeñece,
del grito que se impone, del coraje de inesperados héroes.

Hablemos
del diferente, que nunca lo es, del aparente normal
que crea diferentes en su ignorancia,
del rostro dulce, del nazi estúpido.

Hablemos
del que explota y del explotado
que calla y obedece hasta la toma de palacios,
de la montaña rusa,
de la azotea y de la alcantarilla,
de la vida que es maravillosa,
de lo mierda que es el mundo algunas veces.
JcS

jueves, 22 de marzo de 2012

Primavera y ficción



















La irreal primavera sentimental,
en esta madurez infantilizada y pudorosa,
brota como fábula necesaria y justa,
placebo imprescindible
para la supervivencia del alma
que no cree en otros paraísos más allá
de las palabras y los besos.

Los almendros en flor
se presentan como prólogos
a la incompleta  y nunca definitiva obra.
Las señales, las premoniciones, los guiños
embaucan y anestesian dulcemente.
Del final abierto, de los surcos en la tierra,
no es necesario que nazca la espiga,
mas no renuncio a la posibilidad futura.

No creo
en piadosos milagros,
sí creo
en una indescifrable complejidad humana,
No concibo
abandoname en tierra yerma
regada inútilmente por el desconsuelo
o la autocomplacencia.
Sueño
despierto con el lápiz en la mano,
dibujo
amables engaños en hojas dispersas,
en vagones de metro y en habitaciones cerradas.

Impaciencia y esperanza se alternan
en aleatorio orden
como capítulos de Rayuela,
sin elegir jamás la lectura definitiva
porque ésta nunca fue.
JcS

viernes, 16 de marzo de 2012

y después...

Esta luz, que de cegadora
muda en tenue
pues su razón depende
de la resistencia de un efímero filamento,
apenas bastó para iluminar unos pasos.

Esta pasión, que nació
alentada por telúricos movimientos,
se convirtió en previsible rutina,
en molesto zumbido,
en el instante justo en que fumaste
el último cigarrillo
y el deseo acababa de irse por el sumidero.

Este mal sueño de las siete y media
te dominará durante la eternidad de un día,
la enfermedad de tu inconsistencia te perseguirá
a pesar de los minutos y las distancias,
porque no eres tolerante
a delirios de madrugada.
JcS

jueves, 8 de marzo de 2012

Un día de marzo

 














De trazar la línea roja del cambio
siempre se encargó el mes de marzo
por una simple cuestión de fechas y de plazos.
Números que hacen de un día, el día,
el momento tantas veces repetido
donde sucumbimos al humano y cómico engaño
de afirmar:
“a partir de mañana, todo será diverso”.
Poco después, víctimas de la pereza,
de cierta impotencia o del simple hecho de ser,
copiamos y distorsionamos a Lope:
Mañana cambiaremos, respondía,
para lo mismo responder mañana.

Quizás sea la coincidencia
con el cambio de estaciones dispares,
quien da solemnidad a la cuestión,
otorgando a tal día carácter de final de ciclo.
Quizás sea que la suma de años no es consoladora
a pesar de otorgar sabiduría
y  por ello necesita de sus propias trampas.

En la realidad, en esa realidad inexcusable,
palpable y liberada de febriles batallas,
sólo es necesario el pensamiento sosegado,
aquel que otorga el paseo solitario,
para darse cuenta que todo cambia en cada paso.
Cinco metros atrás son ya pasado,
una mirada hacia el final de la calle
es ya futuro,
y esto, sin necesidad de rotuladores rojos,
páginas marcadas,
o programadas revoluciones para un día de marzo.


JcS

domingo, 4 de marzo de 2012

Tus manos y el café

Deslizas tus manos sobre la mesa,
sorteando tazas, platos, ceniceros,
en tímida conquista del espacio
que ocupan la indecisión y la duda.
Atento yo a tus movimientos,
finjo divagar sobre libros
y misterios, sobre poetas,
teóricos y constelaciones ignotas,
alargando en demasía el derribo
de los muros de mi teatral indiferencia.

Ante el riesgo de que desistas,
consciente de mi torpe estrategia,
enmudezco, tomo tu mano
y la guío hacia mis labios
con temblores y caricias.
Me asombro entonces
de que el mundo no se detenga,
de que todos estos extraños que nos rodean
no sepan, que entre tu timidez y la mía
se ha tendido un puente de manos entrelazadas,
de nerviosas y susurradas frases de entrega.

El planeta sigue en su traslación constante,
mientras a tu sonrisa y mi sonrisa
sólo las separa 
el humo de dos cafés.
JcS

jueves, 1 de marzo de 2012

Yo quiero ser tu Woody Allen















Yo quiero ser tu Woody Allen
para hacerte sonreír,
las gafas y la estatura ya las tengo.

Si la burlesca palabra es el más poderoso
discurso del hombre sabio y sencillo,
descubre en mi divagar absurdo
más verdad, más amor,
que en mil tratados filosóficos
o en diez mil textos sagrados.

Déjame que te atrape con interminables monólogos
cuajados de tímido tartamudeo,
déjate seducir por la explosión psicoanalítica
de mis temores, certezas y desvaríos,
permite que te atrape en declaraciones de amor
sin sentido, paseemos por un Manhattan
apenas dibujado en un folio.

Si tú te ríes, yo te embauco dulcemente,
si espanto el miedo de tus ojos,
serás dependiente de mis locos versos,
ahuyentaré los gritos totalitarios, demagogos,
los gestos amenazantes.

Te ríes conmigo, te ríes de mí, porque soy
el Charlot de tu propia película muda,
el protagonista en blanco y negro de tus sueños
que te habla en intertítulos.
No tendrás más remedio que enamorarte
de mi torpe caminar de vagabundo
a ritmo de pianola.

De tu sonrisa extraigo
material para mil poemas,
para infinitas y agridulces comedias
de final feliz.

JcS