No creo que seamos hijos de dioses menores
aturdidos por una libertad mal entendida.
No somos el producto defectuoso de un único hacedor
que buscando su imagen refleja halló al hombre,
clon imperfecto.
Me dices que somos prueba de un amor supremo,
pero yo no creo en un dios paternal
creador de subalternos y no de semejantes.
No sé si somos fruto de un juego macabro,
del sadismo de un niño caprichoso
aprendiz de demiurgo.
¿Somos nausea?
¿ángeles exiliados por saciar su hambre de conocimiento?
Francamente, no lo sé, no me importa.
Yo sé que soy,
aquel que decido seguir siendo
un hombre entre hombres,
uno más entre tantos,
un mesías de mi propio evangelio.
JcS
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