Paseo con la intención
de trazar un mapa de los días
y los hechos,
empresa que requiere
la búsqueda de las
exactas palabras
perdidas en un cosmos
de cemento, cristal y cielo,
un febril caos habitado por aquellos que no se saben
experimento y ensayo
de la complejidad humana.
A esta realidad sólida y vertical otorgamos nombre:
ciudad,
para así dotarla de dignidad etimológica
y hacer de ella material de relato.
Transito
entre la vanidad y la impotencia,
estados que rigen el deseo de aprensión
de todo un mundo.
Robo vidas de otros
escritas en tipografías múltiples
con el deseo de componer un canon único y asequible
al que rendir tributo y del que hacer uso,
pero rozo el fracaso por lo infinito del objeto.
Busco
dominar las ausencias a través de las palabras
domesticar los recuerdos,
persigo la conquista de ruinas circulares,
de borgianos laberintos donde depositar
las experiencias y así conjurar demonios.
Con juegos literarios
construyo refugios
para codificar un universo naciente.
Este caminar incierto cargado de intenciones
se convierte en un bunker y a la vez en escenario
donde la actuación,
la representación del alter ego
oculta mi yo más que
nunca.
Y anoto cada respiro,
filmo cada gesto y cada abrazo
que irrumpen en mi camino.
Deambular es el verbo destinado a
ser conjugado permanentemente.
Desde la ventana de un café
cada historia que se yergue
al otro lado del cristal es única
y común.
Cada extraño es ya personaje
de toda una multiplicidad de géneros.
no sabiéndose pieza clave
del drama o la comedia.
Los cláxones,
las luces de los semáforos,
los neones,
conforman el contexto
aprendido y asimilado como propio
en el día a día,
la repetición constante
a la espera del hecho inesperado,
allí donde el argumento cambia.
En un intento de herir al calendario,
sabiéndome autor de los destinos,
lo despojo de su esencia.
Tratando de frenar el discurrir de estaciones
me aferro a una primavera sentimental
esquiva de rigores invernales.
Son estos versos de vida y muerte
del poeta del desierto
los que convierten en
infinitas
estas horas,
en extremadamente fugaces
estos días.
JcS
Y hay poemas que pueden herir a la fría "certidumbre" que arroja el calendario, a su despiadada burla. El poema puede. Un abrazo.
ResponderEliminarJo, qué bueno. Enhorabuena.
ResponderEliminarAbrazo.
Y yo me siento dichosa que hayas regresado. Esta ausencia (la tuya) suele dolerme. Ya sabes de qué hablo.
ResponderEliminarUn beso. O dos.
Pd: en breve te respondo. esperáme ando sin nada de tiempo, pero pronto estaré.
Eso es la escritura para mí. La has definido a la perfección, qué maravilla.
ResponderEliminarSe te echaba de menos.
Un beso.
buen regreso, Julio. Me gusta cómo el poema va granándose de lo general a lo particular y cómo crece la intensidad
ResponderEliminarun abrazo
He llegado a tu blog casualmente y por lo que leo has estado ausente, espero que tú regreso sea por mucho tiempo. Saludos desde Tenerife y te dejo enlace de mi blog por si quieres conocerlo. Por cierto me encanta el nombre del blog será que me gusta todo lo discreto.
ResponderEliminarhttp://gofioconmiel.blogspot.com.es/
este poema va llenando vasos que beber cuando el instante cae en otro instante
ResponderEliminarque maravilla de transitar Julio, me has agarrado de la mano desde el inicio del poema y ya no me has me soltado hasta llegar al desierto. Que bueno que regresaste.
ResponderEliminarun abrazo.
Fugacidades entre estaciones, un andar entre destellos y brumas hasta llegar al desierto del desentender todo.
ResponderEliminarUn beso