Para Ana, a quien siempre echaré de menos
Ahora de tu silencio
haré canto de desconsuelo,
lamentación bíblica
por las ciudades caídas.
Tus palabras,
talladas en el viento,
logran ocupar otra memoria
más allá de los días compartidos.
Las lluvias de otoño no te
reconocen
pues tú cuajas primaveras
con vocacion de eternas,
mientras, mis esperanzas se congelan
en inquebrantables inviernos.
Tu voz, muda, halla reposo en mis
adentros
mecida por la pena.
Tu callada lengua descifra los
enigmas
de las construciones ideales
dejándome sumido en un purgatorio de
preguntas.
En las horas que me queden
inundadas de recuerdos
buscaré hallar caminos no trazados
siguiendo tu sombra
tejida de luciérnagas.
JcS
Que los tiempos compartidos que dieron luz a nuestras vidas, mantengan su incandescencia hasta la última gota de nuestras ceras... con esa gran voz y todo el camino que queda por hacer.
ResponderEliminarAbrazos
Recuerdos, recuerdos y más recuerdos.
ResponderEliminarQué bonito lo del camino de luciérnagas, lástima que haya tan pocas personas que dejen esa clase de sombras sobre el suelo y sobre nosotros mismos.
Un beso.
Una hermosa sombra, se presenta...
ResponderEliminarpresentir y ver en cualquier parte...
ResponderEliminarHermoso poema
Un beso
Qué precioso homenaje Julio....
ResponderEliminar"Las lluvias de otoño no te reconocen
pues tú cuajas primaveras
con vocacion de eternas"
Y sin duda seguirá siendo eterna Ana, en la primavera de nuestras memorias.