Si a la visceral guerra y rendición
de los sentimientos y el placer
no le sucediese la reconstrucción cicatrizante
el absurdo maravilloso no tendría sentido,
ni su continuidad, sea lógica, ilógica o a medio camino,
sería posible.
Esta realidad,
plena de significados
apuntados en esquivos y seductores significantes,
tiene en el “volver a empezar”
su medicina y su promesa.
La pasión y el olvido conforman
la correcta y más humana alternancia,
lo demás,
pura cosmética barata nacida de la hipocresía
y la sonrisa falsa,
miedo a la soledad y al abandono.
De lo dicho y de lo sentido
no surge culpa ni arrepentimiento,
en el silencio está el origen de la necrosis última.
Santo, santo, santo, repite Ginsberg,
santo lo romántico y lo obsceno,
santa la verdad que hiere, sangra y cura,
santo el rencor que nace del desengaño,
santo el hombre que ve la miseria
como punto de partida.
JcS
Realmente precioso-. Y es que venimos de miseria, pero somos el proyecto de dejarla...
ResponderEliminartodo y que no creo en los silencios eternos este verso me ha golpeado fuerte " en el silencio está el origen de la necrosis última ". es un gran poema Julio y un buen grito.
ResponderEliminarun abrazo amigo.
Bellisimo y certero. Un beso Julio y gracias por todo
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