El viento verde hace bailar los álamos.
La figura femenina flota sobre las avenas que ceden al sol del verano.
Sus vestidos, llenos de luz,
se derriten como un helado de tules y nata.
El niño te mira a ti espectador.
Si escuchas bien, oirás las campanas del pueblo cercano.
El viento trae ecos de la misa de la tarde.
Si miras bien, verás los dientes de león volando.
Un sombrero, una sombrilla, una tarde de verano.
JcS
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