Por momentos me obligo a recordar
que el mundo emerge a dos centímetros de mi cuerpo,
lo interior es sólo mi particular cosmogonía,
irreal, frágil, condicionada por un sinfín de fábulas,
aceptadas, pero no posibles, un Génesis manipulado.
Por momentos me obligo a recordar
que a cinco pasos está la puerta de este refugio.
Fuera deambula el resto de la existencia,
la parte del hecho que no soy yo.
Ellos, los que habitan los páramos externos,
no son sólo sombras en una caverna
explicables en psicoanalítica terapia.
Por momentos me obligo a recordar
que deseos no son realidades,
que las realidades pocas veces se asemejan a los deseos,
estos se alimentan de la espera,
preparados para estallar en un apocalipsis de cordura,
dura imposición que arrasa mi universo,
aquel que no existe, aunque yo lo habite.
JcS
Preciosa pero triste lucidez. A veces la ceguera autoimpuesta es la mejor opción.
ResponderEliminares que me encanta! no pares de escribir, Julius!!!
ResponderEliminarPor momentos me siento identificado con este poema.
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