Los perros de mi calle
aúllan a los muertos
que deambulan a cualquier hora
sin drama, ni objeto.
Ellos,
los muertos,
ya no conocen
el tiempo y las ausencias.
Para ellos,
para los muertos,
sólo hay presente,
el pasado se les quedó
al otro lado (los recuerdos
son cosas de vivos),
el futuro,obviamente,
es inconcebible
tratándose de ellos.
son cosas de vivos),
el futuro,obviamente,
es inconcebible
tratándose de ellos.
A estos pobres,
a los muertos, los entiendo,
por eso ellos siempre me miran
al cruzarnos,
aunque yo no pueda verlos.
Mientras yo estuve muerto
engullía los versos que ahora
irremediablemente vomito.
Entonces todo era presente,
¿qué podría conservar de mí
sin un futuro donde descubrirme?
Ahora que estoy vivo
siento un amor confuso
por ellos,
por los muertos.
Hoy tomo el lápiz,
quizás les dé algún futuro
en dos o tres reglones.
JcS
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