muda en tenue
pues su razón depende
de la resistencia de un efímero filamento,
apenas bastó para iluminar unos pasos.
Esta pasión, que nació
alentada por telúricos movimientos,
se convirtió en previsible rutina,
en molesto zumbido,
en el instante justo en que fumaste
el último cigarrillo
y el deseo acababa de irse por el sumidero.
Este mal sueño de las siete y media
te dominará durante la eternidad de un día,
la enfermedad de tu inconsistencia te perseguirá
a pesar de los minutos y las distancias,
porque no eres tolerante
a delirios de madrugada.
JcS
Con lo lindos que son los delirios de madrugada.
ResponderEliminarUn beso o 2 *
Pd: ¿sabes? aprecio mucho este sitio. Mucho.Mucho. Mucho.
Tremenda y elegante bofetada a la intolerancia. Ella no merece saber ni el tiempo de vida de una bombilla, ella no merece conocer los delirios, que ella muera en su ignorancia.
ResponderEliminarUn beso
Pulgares arriba!
He llegado al bosque y los árboles me amenazan. Necesito manos...
ResponderEliminarte presto mis pulgares, las manos las necesito para espantar moscas.
EliminarLos últimos versos de este poema me han gustado mucho Julio y la imagen del ultimo cigarrillo mientras el deseo se larga por el sumidero es tremenda.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Somos metamorfosis de vida mientras nos tragamos nuestros sueños con un sorbo de objetivismo que nos emborracha los sentidos, pero sigo viendo una bonita luz que parpadea entre las hojas, y ese aire que me retorna a aquel primer día de amapolas...
ResponderEliminarUn abrazo sentido
Yo me he hecho amiga de esos delirios. Parece que es la única solución.
ResponderEliminarUn saludo.