Páginas

viernes, 17 de febrero de 2012

El tiempo de Tom Ripley

Si el crimen es el camino fácil,
si llenando de cadáveres
un armario y el maletero de un Renault,
arrojando al muerto bajo el tren
y falsificando hasta el papel del chicle,
lo conseguimos,
sea así.

Vivir de ellos, Mr. Ripley,
ser ellos, Mr. Ripley,
acecharlos y exprimirlos
robarles la vida que no se merecen.
Mientras saboreo una copa
de Chardonnay y fumo un Gauloise,
su sangre se desliza por la alfombra.

Quiero ser así, señor,
ambiguo, manipulador, sin escrúpulos,
de sonrisa perturbadora,
de sonrisa encantadora,
práctico, pragmático,
si es más fácil vivir del engaño
vivamos pues,
la mentira siempre fue conquistadora.

Tu vuo fa l’americano?
yes, my Sir.
Llegó el tiempo de Tom Ripley,
la palabra remordimiento no se debe escribir.
Mon petit, je sui con te,
acaricio dulcemente la pistola.
A pleno sol, seamos infernales,
en el infierno es donde mejor se está.

Voy a ser perverso, talentoso Mr. Ripley,
matar antes que no ser nadie.

 JcS

martes, 14 de febrero de 2012

La partida

En el kilómetro cero
puedes alzar los ojos hacia el reloj,
hacer de cualquier hora el momento de la partida,
sea cual sea la posición de las agujas,
sea cual sea la estación que habites.
Marchar será siempre la decisión correcta,
el primer paso es el que cuenta,
el que decide la dirección en el discurrir
de tus horas y tus versos.
Podrás mirar atrás
si posees la secreta certeza de que sólo sirve
para medir la distancia
que nos va separando de lo viejo,
lo inevitable es la renuncia.
“Estos días azules y este sol de la infancia”
son el más elaborado de los mitos,
también la realidad más anhelada.

JcS


"Estos días azules y este sol de la infancia".  Último verso de Antonio Machado encontrado en el bolsillo de su chaqueta tras su muerte pocos días después de haber emprendido el exilio hacia Francia en 1936.

jueves, 9 de febrero de 2012

Quien habló

Al capitán Bigmouth, por hacerme ver las derrotas de otra foma.

Quien habló de renacer
no conocía el cigarrillo apagado
en el dorso de la mano,
ni los bronquios arrasados por el alquitrán
y el despertar cansado.
Quien habló de la belleza de las cicatrices
no conocía el barruntar de lluvia
o la obstinada permanencia de los recuerdos.
Quien habló de victorias
no conocía su composición de fallidas estrategias,
de constantes derrotas,
paradójico plan de lucha,
dejarse vencer para ser vencedor.
Quien habló alguna vez,
destruyó la grandeza de un silencio
compartido.

JcS