Hacemos morada de esta noche seudopoética
infectada de luz artificial,
de empalagoso y hueco ruido.
de empalagoso y hueco ruido.
Es aquí donde más seguros nos sentimos,
un paradójico refugio de luces parpadeantes
que atraen las bombas enemigas.
Se entonan cantos de sirena travestida
de guerrero, sibilinas profecías
anuncian el fin.
Consumimos sobredosis alcohólicas
de fingida valentía, rodeados de semejantes,
cercados por multitudes que creemos hostiles.
En ese “don de la ebriedad”
nos proclamamos auténticos,
pecaminosamente puros
enfrentados a la fascista corrección,
siervos de placeres falsamente devastadores.
Hacemos de la iluminación nuestra causa
y nos descubrimos ungidos de malditismo.
Somos un remanente caduco
de neorromanticismo adaptado
a los tiempos del Iphone,
cautivos de la diferencia mal entendida.
Sentimos necesidad de autocompasión,
nos debatimos entre el heroísmo y el crimen.
La mañana nos rescata,
la luz nos desvela la realidad no disfrazada,
nos convertimos en verdaderos
celebrantes de los días.
La mañana nos rescata,
la luz nos desvela la realidad no disfrazada,
nos convertimos en verdaderos
celebrantes de los días.
JcS