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domingo, 21 de julio de 2013

Dos



I

Me desgastas
            Te envaneces
(Sabedor que tu poder te hace indispensable)

Me regeneras
            Te disuelves en mí
(Se desvela la inconsistencia de mis precauciones)

Me controlas
            Te obsesionas
(Un macabro juego de batallas cotidianas)

Me respetas
            Te iluminas
(Todo parece fácil e infinito)

Me hieres
            Te hieres
(Confundimos el amor con la pertenencia)

Me curas
            Te curas
(No hay más futuro que tus caricias)

Me subestimas
            Te compadeces
(El error de pensar que todo es aceptable)

Me idolatras
            Te llenas de fe
(Me creo dueño de lo que no es mío)

Me besas
            Te haces yo
(Y con eso basta)

Me pierdo
            Te hundes
(En realidad nunca nos conocimos)

Me encuentro
            Te salvo
(En un universo restringido a dos)

Me escupes
            Te fanatizas
(Y a veces la muerte parece la salida)

Me mientes
            Te alejas
(Nunca fue bueno buscar respuestas ya sabidas)

Me creas
            Te creo
(Somos un mismo dios y un mismo Adán)

Me rezas
            Te haces apóstol
(Un culto de apariencias y confusiones)

Me niegas
            Te traicionas
(Tres veces, yo no soy ese que dices)

Me elevas
            Te elevo
(Y sólo hay luz)

Me seduces
            Te haces deseo
(Y sólo hay dos cuerpos)

Me posees
            Te fundes
(Y sólo hay un cuerpo)

Me abandonas
            Te condenas
(Todo se vuelve hermosamente absurdo)

Me buscas
            Te salvas
(En un cíclico retorno)

Me dices te quiero
            Te digo te quiero

Me dices te amo
            Te digo te amo

(Son sólo palabras escritas que el tiempo sabe desgastar)


II

 Sabedor que tu poder te hace indispensable,
 se desvela la inconsistencia de mis precauciones,
 un macabro juego de batallas cotidianas.
 Todo parece fácil e infinito,
 confundimos el amor con la pertenencia,
 no hay más futuro que tus caricias,
 el error de pensar que todo es aceptable.
 Me creo dueño de lo que no es mío,
 y con eso basta.
 En realidad nunca nos conocimos,
 en un universo restringido a dos.
 Y a veces la muerte parece la salida,
 nunca fue bueno buscar respuestas ya sabidas.
 Somos un mismo dios y un mismo Adán,
 un culto de apariencias y confusiones.
 Tres veces, yo no soy ese que dices:
 y sólo hay luz,
 y sólo hay dos cuerpos,
 y sólo hay un cuerpo,
 Todo se vuelve hermosamente absurdo,
 en un cíclico retorno.
 Son sólo palabras escritas que el tiempo sabe desgastar.

JcS