Yo me levantaría lorquiano,
te hablaría de puñales
de venenos que emponzoñan el alma
y el alba,
de gallos, piquetas y gitanos,
de auroras negras de Nueva York
y negros de Harlem.
Hoy nerudiano me alzaría
para hablarte de silencios y ausencias,
de poemas de amor
y canciones desesperadas,
del canto general y de Tierra del fuego.
Whitmaniano sería más que nunca
y enumerar así todas las ciudades del orbe.
Te contaría de mí mismo,
de mi celebración constante.
¡Oh capitán, mi capitán!
Quisiera ser petrarquista por un día,
para inundarte del sonido de los suspiros,
para que conocieses de mis labios
juveniles errores
en el estilo en que lloro y razono.
Yo me despertaría gongorino,
te recitaría del formidable de la tierra
del hijo fiero de Neptuno
y del cuadrado pino,
del andar caliente y las risas del gentío.
Hoy podría ser shakesperiano,
y representar ante todos
tu ser o no ser,
tus sueños de verano,
con resplandores de oriente
y traiciones a Otelo.
De todo ello
podría escribirte
llenando tomos infinitos.
Pero hoy me levanté yo mismo
sin ganas de poesía ni artificios,
de metáforas y giros gramaticales.
Me levanté sabiendo
que ya te dije todo,
que todos mis versos
servir, ya no servían.
JcS