gesto insólito, en paradójico contraste
con mi estúpida timidez,
residuo de adolescente tardío y lelo.
Otras veces, una íntima confesión ruidosa
bajo un anonimato de las distancias.
Al igual que mi burgués dolor de espalda,
propio de adicto de la pantalla,
me hace enderezarme buscando el alivio
y el crujir de vértebras,
cuando lo que me duelen son los recuerdos,
las personas, los afectos, los rechazos,
intento enderezar renglones,
volcar los miedos en las hojas
para que el papel absorba
lo que suda la piel de mis manos,
que al apagar el ordenador
se pierdan entre bytes, gigas y conexiones varias,
mis miserias, insignificantes accidentes
en la traslación del planeta,
y así poder
interpretar de nuevo.
Entonces se alza el telón,
el bufón, vestido de actor, sonríe
al mismo público de cada día.
JcS
Intimo y real, como la vida misma... parecen las memorias de mi vida.
ResponderEliminarSaludos
Ay Julio! Acabo de leer un parte de mi vida...
ResponderEliminarTe dije que me encanta cómo escribis?
Un beso o 2 #
este blog es tu templo, Julio y en tu templo nada es miserable. narrativo, elegante y fino como acostumbras. un saludo
ResponderEliminarEs una jodienda Julio sin duda, a mí el traje de bufón me queda estrecho y enel día a día me mandarán pronto a la mierda de tanto que los he mandado yo a ellos. Y aún así sigue siendo una jodienda...
ResponderEliminarun abrazo amigo.