Páginas

lunes, 5 de diciembre de 2011

Manida metáfora de la vida como un tren y golpe intermedio de platillos

Las pretendidamente honestas promesas
son altamente volátiles,
las infinitas bondades sí conocen un límite.
Todos los conceptos absolutos
son ceniza en la puesta en escena,
no son mentiras, son engaños
con su oportuna dosis de teatro.

Por eso, consciente de la trampa, aspiro a ser
adicto a los extremos,
aunque prometa, protocolariamente,
bajarme en la estación intermedia.


[No es verdad que el acróbata busque el equilibrio sobre la cuerda.
Perturbado y romántico
 está obscenamente encaprichado del peligro,
no lo dice, lo suda en las alturas.
La pértiga es sólo una distracción
para que no podamos descubrir el plan oculto en su rictus.
Lo que desea es saltar,
abrazarse a sí mismo en el vacío,
la pirueta insuperable y última,
eso sería el verdadero espectáculo]


El destino diario es la estación de la sosa virtud
la calma chicha,
pero fingiéndome despistado me la salto
para llegar al final de línea,
al borde del azotea,
a disfrutar del vértigo.
JcS

2 comentarios:

  1. No se que les parecerá al resto, ni tan siquiera si existirá el resto.
    Me da igual.
    A mi me ha gustado mucho redoble incluido.
    un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Precioso, incluso aceptando que se base en el manido tema de transporte por railes carece de importancia. Deja de ser manido para ser nuevo en tu poema.
    Enhorabuena, y aunque te bajes en la intermedia no deja de ser cierto que te gusta disfrutar del viaje hasta el final
    Pulgares arriba!

    ResponderEliminar