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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cien soles eléctricos

















Bajo la sombrilla de Chéjov,
en jardines de cerezos,
las líneas desenfocadas se presentan
claras y entendibles
ante la lupa de la escena.
La ficción se convierte en la llave
del entendimiento
para los días vividos, 
para las futuras tramas.

Esta realidad confusa, madeja de caos, escrita
en garabatos de tintas múltiples,
se ordena y se muestra pura,
desnuda e intensa,
real y doliente,
bella.

De la particularidad nace la teoría,
del hecho nace la idea,
del tú nace el nosotros
para el sí o para el arrepentimiento,
para la mortificación
o para el medido éxtasis.

A la luz de cien soles
eléctricos, escondido en los diálogos
de salón,
descubro, descubres, descubrimos,
un manual
que no habla sólo de supervivencia,
que habla de una promesa
con palabras ciertas,
con silencios reveladores,
con mutis por el foro,
con aplausos finales.
JcS

4 comentarios:

  1. Quizás la promesa del último acto.
    Yo también oigo esos aplausos.

    Un abrazo, Julio.
    Un placer tenerte de vuelta.

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  2. Las teorías caen y se impone el maravilloso caos de lo real, efímero, pero hermoso, como este poema. Un abrazo.

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