es falsa,
su camino elevado en exceso.
La perspectiva del cuerpo
es engañosa,
su senda, sinuosa y laberíntica.
La conjunción de ambas resultaría el producto perfecto.
Mas soy ateo y el alma se me revela
en su inexistencia,
mas soy creyente y el cuerpo se me escapa
en la temporalidad.
Si anhelo paraísos cercanos,
¿por qué tu distancia
me sirve de objeto de
idolatría
objeto de una fe viciada?
El reflejo no devuelve al semejante
sino al ser del relato místico.
Tú eres un absoluto dios,
yo un destructor de mitos.
JcS
En esas conflictividades nos retorcemos... Un abrazo.
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